martes, 15 de diciembre de 2009

Una mirada al cine alemán, Fassbinder

Rainer Werner Fassbinder, el ilustre creador del cine alemán fue también admirador de los grandes, de su compatriota Max Ophuls y también de Sirk y Godard. Pese a su muerte temprana, trabajó quince prolíficos años durante los que realizó una treintena de películas. Encontraba su inspiración en el teatro, en las series televisivas y en los elementos antológicos del cine americano. Sus herramientas favoritas, el melodrama, el “Kistch” y la nostalgia. Pese a todo, sufrió la censura del Estado, como otros muchos de su época
Aún así, eso no impidió a Fassbinder retratar su Alemania natal, la Alemania de la posguerra con su vertiente más problemática, pues sus películas tenían un fuerte sentido político. Jóvenes, delincuentes ocasionales, la opresión de la mujer o los retratos femeninos son algunos de sus temas. Era, en definitiva, capaz de expresar con gran maestría la ternura de una mujer viuda en Mama Krunster se va al cielo, la crueldad de la lucha por una causa perdida en la Tercera Generación o los problemas de los homosexuales en Trece Lunas. Todos los que han trabajado y estudiado su obra coinciden en admitir que sus films tienen un fuerte componente autobiográfico.
Poco a poco, Fassbinder fue profundizando en su técnica, y convirtió el uso del cine hollywoodiense en una forma de desmontar los mecanismos de estilos en decadencia. Del mismo modo, su influencia en el teatro la percibimos en la penetración en los gestos con planos detalle, la utilización del espacio y la ubicación de los personajes en la escena, el encuadre, el movimiento de cámara y la angulación.
Como gran cineasta, sabía de la importancia de los inicios, de captar la atención del espectador desde el primer segundo de película. Por ello, todas sus obras suelen comenzar con un plano secuencia bastante largo que sirve para situar al espectador en la historia y su contexto. En Maman Kusters se va al cielo, por ejemplo, vemos un debut fulgurante. Pasa de manera magistral del plano general al plano detalle, luego otro diagonal… La puesta en escena es fantástica y muy cuidada, cada personaje ocupa su sitio en el espacio. Esto también tiene unas consecuencias a lo largo de la historia que Fassbinder sabe reflejar y enlazar de manera acertada.
Vemos en esta cinta de nuevo su implicación con los temas de calado social, económico, etc. de la sociedad de su tiempo. En este caso, nos presenta una concepción ecologista de la mujer de los años setenta, ante la crisis del capitalismo y del petróleo que Europa y el mundo en general están sufriendo. Muestra pues a una madre tradicional. También muestra desde los primeros planos de la película otra de sus predilecciones, el cabaret. En definitiva la cinta muestra la toma de conciencia de una persona que ha estado adormecida durante cuarenta años, que no había visto las injusticias de la vida y que vivía bajo la conformidad. Todo esto cambia al morir su marido de manera trágica en la fábrica en la que trabajaba, tras tratar de secuestrarla. El film cuenta con varios círculos críticos: critica los medios y a los periodistas, por su sentimentalismo y sensacionalismo. También critica cómo los comunistas y anarquistas que son caracterizados como los “buenos” y “salvadores” de Mama Kusters, lo único que intentan es captarla como un miembro más de sus respectivos partidos.
Sus films, con sus rarezas y elementos más tradicionales plasman meritoriamente la complejidad de la sociedad, su adhesión política y realizan un efecto de lupa sobre ella. Sus films rozan siempre el melodrama, por eso podemos decir que el suyo es un cine barroco, ornamentado y en ocasiones algo recargado.

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