Guerrilleros y familiares se reunieron un año más, y ya van diez, en el homenaje que la Gavilla Verde viene rindiendo a la guerrilla antifascista que luchó contra Franco y su dictadura en los diversos frentes distribuidos por los montes de España como Aragón y Levante, Extremadura, Andalucía, Galicia, León, Santander o Asturias. En estas jornadas, casi maratonianas por su intensidad, hubo tiempo para todo y para todos, y a parte de exponer lo que supuso la labor del movimiento libertario, también se cantó, se bailó, y por supuesto se habló mucho sobre hechos del pasado y sobre historias de las de la guerra. Pero, sobre todo, se recordó, se ejercitó la memoria y se hizo una labor de lucha contra el olvido para que actos como estos, que rinden tributo al movimiento libertario que luchó por la democracia, puedan seguir realizándose. Resultaba curioso observar cómo la memoria de estos ex guerrilleros, a pesar de su larga edad que ronda en todos los casos los noventa años, se mantiene fresca, despejada y clara; como si todo hubiera ocurrido ayer.
Poco a poco, los asistentes se fueron animando y empezaron a compartir con todos los presentes sus historias y recuerdos. Sorprende por ejemplo el caso de María, hija de uno de los puntos de apoyo que los maquis de la Agrupación Guerrillera del Levante y Aragón, AGLA, tenían en el pueblo aragonés de Monrroyo y que un día mientras trabajaba en la cosecha fue detenido y encarcelado. Tras un tiempo en prisión, le hicieron firmar su libertad para salir de mañana temprano en un camión con otros hombres que nunca más volvieron. María, su madre y el resto de la familia nada sabían exacto del paradero del padre, y fue el tío quien pudo confirmar de manera casual los peores presagios al toparse con el camión que llevaba los cuerpos sin vida a las afueras del pueblo. Hasta hace unos meses, María y sus hijos habían acudido varias veces a Monrroyo para interesarse por el estado de la fosa en la que se suponía que se encontraba su padre. Sin embargo, el año pasado, con motivo de la exhumación de la fosa, descubrieron que el cuerpo de su padre ya no se encontraba allí. Efectivamente, el cuerpo fue trasladado sin el consentimiento de la familia al Valle de los Caídos, pues Franco necesitaba compañía en su eterno descanso. Ahora, como tantas otras muchas familias, María espera poder recuperar pronto los restos de su padre gracias a la última ley aprobada por el gobierno sobre la exhumación de cuerpos del Valle de los Caídos.
Sin duda en estas jornadas aprendí cosas muy interesantes, escuché opiniones muy sabias y comprendí que existe cierta terminología que hiere la sensibilidad de los protagonistas y sus familias. Términos como “rojo” han pasado a la historia por ser claramente despectivos, pero hay otros, como “Guerra Civil”, que al parecer tampoco acaban de ser acertadas. Las familias y guerrilleros prefieren decantarse por calificarla como “Guerra de España”, “Guerra del 36” o “Guerra antifascista” para no continuar acrecentando la división que existe en la sociedad tras este enfrentamiento fratricida. Prefieren un término que ayude a acercar posturas y que no deje de lado el carácter internacional que tuvo esta guerra y sin el cual el alzamiento llevado a cabo por Franco no hubiera tenido los efectos que finalmente tubo.
Entre los asistentes más ilustres, la nieta de Juan Negrín, Carmen Negrín, y de las ausencias más destacadas, la de Santiago Carrillo, quien había confirmado su presencia pero algunas semanas antes del comienzo de las jornadas tuvo que disculpar su ausencia. Fue especialmente interesante para mí la charla sobre Francia, el exilio y la resistencia. El historiador Ferran Sánchez Agustí explicó cómo los nietos de estos guerrilleros, picados por la curiosidad, han ido interesándose poco a poco por su historia, historias que muchas veces se ocultaron incluso dentro del seno de las familias debido al miedo y el temor que Franco sembró en la población. Explicó que la resistencia se gestó desde los campos de concentración, y poco a poco se fueron sumando a ella la gente que por ser demasiado joven o demasiado mayor no podía cruzar la frontera. Contó también otro pasaje interesante de la historia de la guerrilla; fue el intento de expulsión de Franco del 19 de Octubre de 1944. En ese momento se estuvo muy cerca de acabar con el dictador; las guerrillas francesas ocuparon el Valle de Arán y se infiltraron hasta en 34 puntos de los Pirineos. La hermana de Franco confesaría más tarde que fue el único momento en el que vio a su hermano nervioso. Finalmente, la guerrilla vio todas sus esperanzas extinguidas en 1950 con la operación efectuada por el gobierno francés y bautizada como “Bolero Paprika”. Centenares de republicanos españoles, que habían combatido en la resistencia, fueron detenidos y deportados a países como Argelia, Córcega, etc. También se prohibieron periódicos como Mundo Obrero o Nuestra bandera, tuvieron que volver a la clandestinidad. La resistencia llegaba a su fin. A partir de ese momento, empezó un exilio dantesco y multitudinario, solo superado por la diáspora hebraica.
También se leyó un manifiesto en el que los miembros integrantes de la Gavilla Verde expresan su malestar ante la Ley de la Memoria Histórica, que no cumple con todas las directivas que debería cumplir como instrumento de justicia, de reparación y de conocimiento de la verdad. En España hay todavía 150.000 personas en fosas clandestinas, y Franco se cobró la vida de 100.000 hombres y mujeres que fueron ejecutados a sangre fría y sin ningún tipo de juicio justo. Deportaciones forzadas, niños perdidos, persecuciones… son solo algunas de las desgracias que dejó tras de sí el franquismo y que aún hoy en día, treinta años después de la caída del régimen dictatorial, no se han podido reparar y tratar debidamente a través de esta Ley de la Memoria Histórica.
Otras olvidadas fueron las mujeres comprometidas con la causa republicana, que tras la sublevación militar de 1936 fueron asesinadas, encarceladas, torturadas, violadas, paseadas, rapadas, recluidas en campos de exterminio, etc. La suya fue una voz silenciada, una crónica sin voz y sin letra. Las guerrilleras no encajaban en el nuevo modelo franquista que el dictador había preparado para ellas, bien en la Sección Femenina, bien a través de la Iglesia.
Rafa Montaner, del Levante, y Diego Barcala, de Público, dieron una lección sobre periodismo histórico y resaltaron cómo lo importante del tema es poner voz a esa historia y contarla en primera persona, por sus testigos directos. Montaner también puso de manifiesto cómo la Transición no ha servido para cerrar heridas, sino para taparlas, y eso es algo que hay que corregir.
Por ello me gustaría cerrar estas líneas intentando transmitir el espíritu guerrillero, espíritu recuperado en Santa Cruz de Moya durante el fin de semana. Y nada mejor para homenajearlo que acudir a las palabras de la canción que les rinde tributo: Por llanuras y montañas, guerrilleros libres van, los mejores luchadores del campo y de la ciudad. La bandera de combate con su manto cubrirá a los bravos guerrilleros que en la lucha caerán. […] Vencedores del fascismo a la batalla final, españoles muera Franco ¡muera! Viva nuestra libertad. Como dirían los miembros de la Gavilla Verde, ¡Sierra y libertad!